La irreverencia en México tenía el nombre de Chumel Torres. Chumel podrá ser lo que sea, pero es uno de los líderes de opinión jóvenes mas importantes del país, y cuyo humor ácido tanto causa risas, como se atreve a trasgredir en las altas esferas del poder.
Torres es ingeniero, y en un momento dado, sus opiniones y su manera de hablar tuvieron tanto impacto, que muchos jóvenes se identificaron inmediatamente con él. Apareciendo en comerciales, en el cine, y teniendo una incursión en la televisión por cable, Chumel obtuvo una fama tan grande que era imposible tener un referente a la sátira si su nombre no aparecía.
Pero de repente se le ocurrió meterse con la familia presidencial, y eso tuvo consecuencias más tardías que tempranas. El roce con la primera familia le ha costado caro: la CONAPRED lo había incluído dentro de una ponencia en contra del racismo y cuando Beatriz Gutiérrez Müller, esposa de Andrés Manuel López Obrador se enteró, regresó a su mente aquella desafortunada ocasión en que el youtuber llamó chocoflan al menor de los hijos de su marido. Gutiérrez criticó que apareciera en el foro, y éste se canceló.
Pero si tan solo la cancelación del foro hubiera sido la cosa, esto hubiera terminado sin problema. El asunto es que después los internautas se fueron a pedir que Chumel afrontara las cosas como hombre y prácticamente exigieron su cabeza, lo que terminó con la suspensión de su programa en el canal premium de contenido para cable HBO.
El golpe parece haber sido más humillante todavía, pues ahora Torres ha tenido que disculparse con Gutiérrez por haberse metido con su hijo menor.
Quien haya dicho que las cosas en cuanto a persecuciones y censura se refiere en el México del siglo XXI realmente está equivocado. Más con el gobierno actual. El caso de Chumel bien alegra a muchos (y es que el ingeniero no está exento de los alcances de su estilo de humor, que de pronto le trae uno que otro problema), pero también es muestra de una práctica de intolerancia política común en nuestro país. Y aunque es cierto que se siente feo que a tu hijo le llamen de maneras despectivas, se siente más como rencor al que se burla de uno que el manejar el asunto en otra perspectiva.
Recordemos que, en sexenios pasados, las duras críticas a los familiares del presidente en turno por sus excesos o excentricidades de cierta manera templaban el carácter de la familia presidencial. Así, podemos recordar que, por ejemplo, en el sexenio pasado, las críticas hacia las hijas de la entonces primera dama, Angélica Rivera (y a ella) por la ropa cara y viajes que costaban una fortuna, eran algo que tenía que soportarse. Pero a la familia que lidera a la 4T eso se convirtió en un asunto de, o te disculpas o hacemos que te disculpes. Y la censura que está cayendo sobre el comediante e influencer es muestra de algo que no se veía desde el PRI de los años 70.
Por el momento, los televidentes y parroquianos no podremos disfrutar (o soportar) de la presencia de Chumel en nuestra caja electrónica. Y ya hemos visto que el hombre busca sacar el de la honrilla disculpándose con la señora de Andrés Manuel. La palabra es humillación, y no porque se busque que Chumel sea humilde (cosa que no va a ser sencilla), si no porque la familia en el poder tiene el poder.
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